Expedición a las Montañas Rocosas de Canadá

Expedición de Carlos García y Nuria Valle a las Montañas Rocosas de Canadá


Cartel de aviso de osos.
Cartel de aviso de osos.


El 16 julio llegamos a Vancouver,en la costa oeste de Canada. Ese mismo día recorrimos 400 Km de los 900 que nos separaban de las rocosas canadienses y al día siguiente, más relajadamente, los restantes. Pasamos los 9 primeros días en el pequeño pueblo de Lake Louise ,muy bien centrado en las montañas. Allí acampamos en un bonito camping, con pequeñas zonas de acampada en el medio del bosque y rodeado de una alambrada electrificada. Estamos en territorio de osos grizzly y no podemos dejar nada de comida a la vista. Ni siquiera la pasta de dientes.

Esa misma tarde nos dirigimos al centro de información donde apuntamos en un tablón nuestra pretendida ascensión: el Monte Temple (3570m).Este monte esta en el medio de una de las tres zonas de máxima densidad de osos grizzli y solo se permite el acceso a grupos de 6 o mas personas. Este número es pura estadística. A día de hoy ningún oso ha atacado a un grupo de 6 ó mas personas.


Cumbre Monte Temple
Cumbre Monte Temple


Nos apuntamos en un tablón y confiamos en que alguien se sume a subir con nosotros. El día 19 nos esperan dos canadienses y dos norteamericanos, con quienes subiremos hasta un collado ya fuera del bosque. A partir de ahí nos dividimos para subir más rápido. Llegamos a la cumbre a las 13 h, un poco después de los americanos. Los canadienses dan vuelta un poco antes. Hay una pequeña trepada que no les convence. La vista es magnifica: Lagos azul turquesa hacia el sur y verdes hacia el norte. Paramos lo mínimo y nos juntamos para bajar con los canadienses.


Moraine Lake
Moraine Lake


Los dos días siguientes los dedicamos a descansar, pues el gran desnivel (1800 m) nos ha dejado un poco tocadas las rodillas. El tiempo es muy bueno pero nos da miedo forzar una lesión. Aun así hay tanto que ver que no paramos ni un momento. El tercer día el tiempo empieza a empeorar y decidimos subir un monte mas modesto, el Observation peak de 3170 m. Es una ruta fácil pero muy incomoda: una gran pedrera muy vertical. A mitad de camino una tormenta nos obliga a alejarnos de las mochilas y el material 100 m y aguantar el chaparrón-granizada. Sin embargo vuelve a salir el sol y podemos hacer cumbre.

Los siguientes días continuan las tormentas y solo podemos subir un monte de poco más de 2700 m, apurando la ascensión entre chaparrones. La vista sin embargo es magnifica, como en todas las rocosas. En estos días conseguimos ver wapitis (cabra montes), alces, ciervos y simpáticas ardillas de varias especies que se te acercan a curiosear.


Mt Fay y Moraine Lake
Mt Fay y Moraine Lake


Al noveno día nos dirigimos más al norte, a Jasper. De camino intentamos informarnos para subir el Monte Columbia. Nos dicen extrañados que la ultima ascensión ha sido en abril y que sin esquís es tontería intentarlo en verano. Hay que recorrer 15 Km de glaciar muy delicado en verano. Decidimos, por tanto cambiar los planes e intentar el Athabasca, una ascensión glaciar sin casi aproximación. El tiempo sin embargo empeora y no hay información especifica de la zona. Nos dicen que hay que madrugar, ir hasta la base y comprobar el tiempo “in situ”.


Clearwater Falls
Clearwater Falls


Eso implica levantarse a la 1 de la mañana, y recorrer bastantes km para comprobar que hace tan mal tiempo (o peor) como se espera en Jasper. Lo único bueno: la cantidad de animales que ves en la carretera a esas horas.

Se nos acaba el tiempo y sólo podemos acercarnos a ver los montes más impresionantes de la zona, el Monte Robson (3900 m), del cual dicen que su cumbre esta despejada 12 días al año, y el monte Edith Cabell. Además tenemos la suerte de ver tres osos desde el coche ( y la de no habérnoslos encontrado paseando).


Oso negro
Oso negro


Además alrededor de Jasper hay varios lagos impresionantes. Lástima que el tiempo es cada vez peor. El día 1 tenemos que dirigirnos a Vancouver ya de vuelta. Por el camino, encontramos un cuarto oso atropellado en la carretera, muy lejos ya de cualquier parque. Claramente los humanos somos una amenaza bastante más real para los osos, que ellos para nosotros.

Carlos y Nuria